El enlace que encabeza esta entrada nos pone en la mente de un niño de 10 años que a mitad de los años 80 soñó con un catálogo de juegos hechos por él mismo bajo el selloTurbo Stripe Software. Y no sólo plasmó en el papel los nombres sino que incluso fue más allá redactando una sinopsis de cada uno de ellos, dibujando una pequeña ilustración y ¡hasta un código para hacer pedidos! Eso sí, el precio era competitivo ¡sólo una libra!
Este catálogo de software se incluía junto con el número 1 de un fanzine también obra del mismo autor (Richard Davey) denominado Arcade & Software y del que tan solo sacó dos números.
Basta echar un vistazo a los títulos para ver que estaban inspirados clásicos como Frogger, Spy Hunter, Pac-Man o Gauntlet. Pero lo que no se puede negar es que el autor del catálogo le puso verdadero empeño para crear algo interesante. Estos juegos nunca llegaron a ser programados. Según el autor, no tenía la habilidad ni los conocimientos necesarios en aquel entonces para hacerlo, sin embargo tenía la ilusión de que algún día esos juegos fueran una realidad.
¿Cuántos de nosotros soñamos con cosas similares en aquel entonces? Éramos niños, nuestras mentes bullían miles de ideas, miles de sueños que algún día pensábamos que se convertirían en realidad. Soñábamos con ser futbolista, informático, desarrollador de videojuegos como los hermanos Ruíz (Dinamic rules), piloto, etc. Éramos ilusos. Y dicen que de ilusiones también se vive…
En aquel entonces nadie, absolutamente nadie nos podía apartar de nuestros sueños. Soñar era gratis y nos llenaba de felicidad.
¿Por qué no ser niños ahora y soñar lo imposible? ¿Es posible?