Fuente: El PixeBlog de Pedja.
En el año 1990, la Edad de Oro del Software Español iba dando sus últimos coletazos, la entrada de los diecisiéis bits fue cercenando una a una las cabezas visibles de las mejores compañías desarrolladoras de software patrio, Topo Soft entre ellas. Sin embargo, aún había tiempo para que encontrásemos joyas tan relucientes como este Mad Mix 2.
El comecocos parecía una fórmula reventada y más que vista por aquella época, aunque un exitazo en los salones recreativos pareció desmentir ipso-facto tal afirmación, ya que Namco se sacó de la manga una reinterpretación de su clásico Pac-Man, añadiendo una dimensión más y girando la perspectiva de manera isométrica. Duros años de entrenamiento y pérdida de peso en régimen estricto de pastillas, y nuestro héroe amarillo adquirió la capacidad de saltar e impulsarse sobre los puñeteros fantasmas.
Este Pac-Mania vió la luz en los recreativos europeos por 1987; tres años después, Rafael Gómez ‘Rafayo’ fue el encargado, una vez más, de volver a implementar las aventuras de Mad, el comecocos español, tomando las directrices principales del mencionado Pac-Mania, tanto en perspectiva como en la habilidad de salto. Sin embargo, Rafayo no se quedó simplemente en la mera copia, ni mucho menos. Como ya hiciera con la primera entrega de la saga, Mad Mix Game 2 añade suficientes elementos como para ser considerado uno de los mejores juegos hispanos de la época.
Así, la inventiva del programador vuelve a generar un entorno y unos enemigos muy particulares; el subtítulo del juego, “en el castillo de los fantasmas”, viene a decirnos que el bueno de Mad tendrá que “patearse” los fríos calabozos del siniestro castillo COCOCASTLE en el que los espectros han invitado a un montón de oscuros amiguitos para fastidiarnos el día. Tendremos momias, esqueletos, vampiros e incluso al mismísimo primo de Frankestein, los cuales se mezclarán con un buen puñado de mecanismos con mala leche. Ojo, comer bolas sigue siendo el objetivo principal, no nos desviemos.
Hay que reconocer que todos los elementos mencionados en el párrafo anterior se engranaban en un diabólico mecanismo capaz de desquiciarnos con una insultante dificultad, algo que, para los viejos del lugar, recordaremos que no nos cogía de sorpresa en absoluto. Por ejemplo, la momia tenía la maldita habilidad de enfrentarnos si intentábamos saltarla, logrando hacer un rico emparedado de comecocos. El Dracocócula es capaz de emponzoñar cocos, provocándonos una digestión inolvidable si osamos engullirlos. Por su parte, las calaveras nos pegaban empujones de aúpa.
Franklin, el familiar lejano de Frankestein, no tenía otra cosa que hacer que enterrar las bolitas en agujeros, algo que nos obligaba a saltar en el momento justo para provocar que la bola saliera del agujero, y cazarla posteriormente antes de que volviera a introducirse en el boquete.
El pobre de Mad no era un dechado de virtudes, más allá de cabrearse unos instantes con los cocos gordos; para colmo, podíamos ganar hipervelocidad si atrapábamos a un coco con patas bastante juguetón, aunque muchas veces era contraproducente, ya que tanta rapidez podía conducirnos de cabeza a perder una de las escasas vidas con las que contábamos.
Mad Mix Game 2 contaba con una notable y martilleante melodía firmada por Rubén “T.P.M.”, músico que cogió el testigo de Gominolas en los últimos juegos de Topo Soft, mientras que la parte gráfica corría a cargo de Roberto Potenciano y Alfonso “Borrocop”, el cual también se encargó de diseñar el mapeado de todos los niveles. Está claro que hubo algo de polémica en su día por el mencionado parecido a Pac-Mania, pero en mi opinión está lejísimos de ser un plagio, dado que introduce muchísimas ideas nuevas y brillantes.
La portada del juego fue dibujada por Fernando Sangregorio, y representa una divertida ilustración en la que Mad entra a saco en el castillo, seguramente cabreado tras tomarse una de sus pastillas más fuertes -aquí no hay ningún doble sentido, no seáis malpensados-, mientras que las criaturas que moran el Cococastle huyen despavoridas.
Curiosamente, Topo montó un concurso para que, a partir de esta ilustración en blanco y negro, la gente colorease a su gusto el dibujo; dicho concurso fue publicitado en la revista Micromanía, existiendo un premio en metálico para el ganador, y la promesa de que el juego saldría con la carátula coloreada al mercado. Más curiosidades sobre el tema: Alfonso Borro contó que en realidad la idea de colorear la portada fue de Gabriel Nieto, ya que el autor de la carátula se iba a la mili y no le daba tiempo de darle color. El caso es que montar todo esto cuando el juego ya estaba en la calle chocaba un poco.
El caso es que dicha portada coloreada nunca llegó a salir a la luz con una reedición del juego, aunque sí que fue incluida en el pack “Top By Topo 2“, junto con otros cuatro juegos: Ice Breaker, Viaje al Centro de la Tierra, Drazen Petrovic y R.A.M. Por cierto, un pack muy por debajo de lo que fue el primer “Top By Topo”, el cual recuerdo con mucho cariño de cuando me lo regalaron para Amstrad CPC Disco.