Recuerdos de onda cuadrada (César Astudillo)

Han pasado muchos años desde que anunciara en el Blog la creación de un CD musical recopilatorio de las melodías de César Astudillo, más conocido como Gominolas. César fue el músico principal de la compañía española Topo Soft y sus melodías se pudieron escuchar en los principales ordenadores de 8 bits de la época: ZX Spectrum, Amstrad CPC y, por supuesto, MSX.

Mi idea en aquel entonces era lanzar el disco para deleite de los fans de la música de César, entre los que me incluía. La cosa no cuajó y nunca llegó a materializarse más allá de una maqueta casera que hice para mostrar en la 36ª RU MSX de Barcelona. El CD iba a contener, en principio, 21 temas, pero posteriormente ese número aumentó hasta 24:

  1. Cray5 (Amstrad CPC)
  2. Triple Commando (ZX Spectrum)
  3. AleHop!
  4. Black Beard
  5. Chicago’s 30
  6. Coliusseum
  7. Colt 36
  8. Desperado
  9. Drazen Petrovich Basket
  10. El Mundo Perdido
  11. Mad Mix Game
  12. Metrópolis
  13. Perico Delgado Maillot Amarillo
  14. Rock’n Roller
  15. Score 3020
  16. Silent Shadow
  17. Stardust
  18. Survivor
  19. Temptations
  20. Titanic
  21. Tuareg
  22. Wells & Fargo
  23. Whopper Chase
  24. Invasion of the Zombie Monsters

Y no solo eso, sino que mi intención era ir un poco más allá e invitar a artistas musicales a crear versiones de esas melodías. Lamentablemente esta idea no tuvo demasiado éxito y solamente se materializó en las versiones de WYZ de Silent Shadow con sonido SCC y Wells & Fargo.

Fueron muchas las personas que me prestaron su ayuda para hacer el proyecto realidad. A todos ellos les agradezco su voluntad y su ánimo durante el proceso. Una lástima que finalmente el CD no viera la luz.

Así que, como ya ha pasado tanto tiempo es el momento de compartir con todos vosotros el texto escrito por el propio César en 2009:

RECUERDOS DE ONDA CUADRADA

Estas melodías sonaron por primera vez hace veinte años, y sin embargo aún hay gente que las
recuerda. Esto me halaga y me hace sentirme agradecido, pero la verdad es que más que nada me
sorprende. Tengo hasta una teoría psicológica al respecto: la llamo “concurrencia de nombre improbable y actitud expectante”. Algún día debería escribir un paper sobre ello, y todo.
Déjame que me explique: Mi hipótesis es que cuando estas melodías sonaban, lo solían hacer
acompañadas de otros dos elementos. El primero era un sentimiento de expectación. Terminaba una
tediosa espera acompañada de un riguroso ritual (ah, aquellos golpecitos en el cassette para aliviar las
tensiones de la cinta, aquellos ajustes en el tornillo de azimut para conseguir los mejores agudos), y por fin podías jugar. O sea, que la música era, esencialmente, el mensajero largamente esperado de una buena noticia. El segundo era la presencia en pantalla de un nombre un poco raro: Gominolas, el alias musical que me puso Pedro Oteo, bajista genial del primer grupo en el que toqué los teclados (cuando me puso “Gominolas”, el cachondo de Pedro se refería a mis orejas). Posiblemente, junto con «Snatcho» de Dinamic, este seudónimo fue uno de los nombres más extravagantes que solían aparecer en los créditos de los juegos españoles de aquella época.


Ni que decir tiene que la música, por sí misma, también hacía su contribución. Es asombroso el poder
evocador que tiene la música. Cualquier música. Hay piezas que se te quedan pegadas a las
experiencias de una época: después de muchos años, escuchas algunas melodías y es como tirar del
ovillo de la memoria… al compás de las notas se van desgranando mil caras, lugares, sabores,
decepciones e ilusiones que no recordabas que estaban ahí, como una postal o una hoja seca que se
desprende inesperadamente de entre las páginas de un libro polvoriento y cae delante de nosotros. En
mi caso me hacen recordar aquel pedazo de papel donde tenía pintado el teclado de un piano y los
números en hexadecimal que correspondían a cada nota, o el placer tan difícil de definir que da
escuchar por primera vez en un altavoz lo que hace un momento sólo estaba en tu cabeza, o la ilusión
con que tomaba el Metro, con un disco de tres pulgadas en el bolsillo, camino de aquel sótano de
Agustín de Foxá habitado por esos tipos tan excéntricos como llenos de talento, que me hacían el regalo de mostrarme su magia a medio hacer, y encima me daban un cheque. Para otros, serán otros
recuerdos distintos… En este sentido, la fortuna me ha dado la oportunidad de colarme en la memoria
de mucha gente, escondido en el caballo de Troya de los videojuegos.


En una ocasión, analizando el fenómeno de las comunicaciones aparentemente triviales en las redes de
microblogging, dije que los cerebros humanos somos adictos a dejar referencias nuestras en otros
cerebros. Twitteamos que nos estamos tomando un delicioso zumo de naranja, porque pocas cosas nos
gustan más que imaginar a los demás imaginándonos a nosotros tomar ese zumo de naranja. Es
normal: la gente que consigue que la recuerden, dispone siempre de más sitios donde apoyarse. En la
medida en que consigues que se acuerden de ti, eres más real.


Por eso estoy tan agradecido a Konamito, y a ti que te has molestado en conseguir esta recopilación en
cuya factura hay tanto cariño puesto. Y te digo: Gracias por acordarte. Yo también me acordaré de ti.

César Astudillo, noviembre de 2009.

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