Artículo original publicado en El PixeBlog de Pedja.
Dos compañías pertenecientes a la llamada Edad de Oro del Software Español podían jactarse de fichar a pesos pesados del deporte, auténticos ídolos de masas de mediados y finales de los ochenta. Pertenecen a este destacado elenco Dinamic, con sonadas incorporaciones como la del recordadoFernando Martín en ese pedazo de one vs one que fue Basket Master, o el polémico Miguel González “Míchel“, el cual tuvo un mano a mano con un compañero que fue fichado por la segunda compañía de las mencionadas: Topo Soft.
Por supuesto, el personaje que se enfrentó a Míchel no fue Valderrama, aunque muchos hayáis pensado mal, sino Emilio Butragueño, icono de dos juegos de fútbol con suerte dispar. El juego que aborda el presente artículo, sin embargo, no pertenece ni al fútbol ni al baloncesto, sino al noble deporte de las escaladas, los sprints y las impresiones roturas de crono; un deporte que sí, por aquel entonces, podía considerarse como noble, algo más dudoso en los tiempos que corren. Perico Delgado Maillot Amarillo salió al mercado español allá por 1989 para Spectrum, Amstrad y MSX, contando también con una versión para PC.
Poder disfrutar de un videojuego sobre ciclismo no es tarea fácil. De aquella época apenas recuerdo elTour de Force de Gremlin Graphics y poco más, aparte del Perico y el posterior Tour 91 también deTopo Soft, una revisión en toda regla del juego apadrinado por el ciclista segoviano y que incorporaba la curiosa novedad de poder cambiar el nombre a los ocho ciclistas que participaban en la ronda gala, además de incluir caricaturas que nos recordaban al grandísimo Miguel Indurain o al propio Perico.
Perico Delgado nos planteaba ganar la Vuelta Ciclista a través de cuatro etapas diferentes, las cuales funcionaban a modo de fases. La primera etapa adoptaba una vista cenital, muy parecida a la de otros juegos como Aspar GP Master de Dinamic, por cierto, otro fichaje de calidad que antes no he mencionado; el objetivo se resumía en intentar rebasar al mayor número de ciclistas, ya fueran en solitario o en pequeños pelotones, siempre revisando nuestra energía para no desfallecer en ningún momento y quedar descolgados del pelotón.
En la segunda etapa, la cosa se complica: estamos ante la cronoescalada. Una subida a un puerto bastante duro con rampas de alta pendiente, y en el que el tiempo que marquemos será clave para el resultado final de esta particular Vuelta digital. Aquí, la perspectiva cambia a una toma lateral, con nuestro ciclista en el centro de la pantalla erigido en absoluto protagonista. Tras descansar unos momentos, es hora de afrontar la tercera etapa, abordando la bajada del puerto de montaña.
Se trata de la fase que transcurre a mayor velocidad, con lo que el peligro inminente lo encontraremos en los bordes de la carretera, en los que podremos impactar y perder un valioso tiempo, además de unos cuantos dientes. Asimismo, también se simularon los puestos de avituallamiento, recogiendo unas mochilas que recargaban la energía. La vista volvía a cambiar a una cámara isométrica muy acertada.
Llegamos poco a poco al epílogo de una corta pero intensa Vuelta. Como es de imaginar, la última etapa es el sprint final. En esta ocasión, el programa regresará a una vista aérea, pero efectuando un zoom mucho más cercano que el que pudimos disfrutar en la primera etapa. Como no podía ser de otra manera, en la etapa debemos ser el más rápido, tanto para coger el rebufo de los competidores y adelantarlos, como para esquivar las dichosas motos que tantas veces hemos visto en la tele estorbar a los sufridos corredores.
Perico Delgado era, ante todo, un juego que ofrecía mucha variedad, haciéndose fuerte en este sentido frente a otras propuestas deportivas de la época. Cada fase era totalmente distinta a la anterior, y se manejaba de forma diferente. Mientras que en la primera y en la tercera etapa manejamos a Perico con las teclas del cursor, en la segunda etapa debíamos machacar las teclas izquierda y derecha al más puro estilo Track & Field, aunque siempre echando un ojo a la energía, pues si no tomábamos aire de vez en cuando, la simulación de la famosa pájara de Perico se haría realidad.
La última fase era una combinación de las anteriores, pues podíamos manejar al ciclista con los cursores mientras que pedaleábamos pulsando repetidas veces la barra espaciadora. Y voto a bríos que dicha barra sufrió más de un reventón a causa de esta dura etapa, pero oiga, no todos los días podía uno emular al crack segoviano. Si al finalizar la carrera, la acumulación de tiempos nos hacía finalizar en la primera posición, el galardón amarillo sería nuestro para siempre.
Tanto Perico Delgado, programado por Rafa Gómez –Mad Mix Game– y con pegadiza música del incombustible Gominolas, como el posterior Tour 91 -muy similar en su planteamiento aunque con mejor factura técnica: echadle un ojo a la foto de arriba, donde comparo los dos juegos- fueron dos grandes simuladores con una ajustada dificultad -esta vez sí-, siendo lo mejorcito de su género.
Y es que estábamos ante un auténtico Tour de jugabilidad y destreza en el que se nos ponía a prueba una y otra vez, premiando la constancia al final. Sólo un auténtico corredor de carreras de tres semanas, un ciclista capaz de desenvolverse en todos los terrenos, sería capaz de llevarse el gato al agua. Qué tiempos aquellos, amigos.
Más información sobre Perico Delgado Maillot Amarillo
Eso del dopaje …
Los ciclistas se dopan que haya constancia desde los años 50, y en la época de Perico seguro que se dopaba hasta la bicicleta.
La gloria efímera, y los que la palman por haberse metido de todo como el Pantani y unos cuantos más … Y esos futbolistas que mueren de repente … demasiado curioso.