MSX Solutions nos sorprende esta vez con el mapeado de la primera parte del juego protagonizado por Mortadelo y Filemón, los simpáticos personajes creados Francisco Ibáñez.
En Mortadelo y Filemón II – Safari Callejero, tenemos que ayudar a los dos detectives más famosos de la T.I.A. a encontrar a la gallina Marcelina que se ha tragado un microfilm. Pero antes para encontrarla hay que buscar bien por toda la ciudad. La historia que da inicio al juego es desternillante, al más puro estilo de los cómics:
En el cuartel general de la TIA -Técnicos en Investigaciones Aeroterráqueas-, la señorita Ofelia contemplaba emocionada la tortilla de percebes con que el profesor Bacterio le había obsequiado para el almuerzo. Obviamente el eminente científico no le guardaba rencor por el hecho de que Ofelia utilizará sus barbas, a modo de escoba, para barrer los residuos orgáncios dejados a su paso por el gorrino al que Bacterio administró una pócima para descomponerle el bloqueo cerebral y convertirle en erúdito conferenciante y que, por desgracia, fue el estómago lo que le descompuso al pobre bichejo.
Ofelia contuvo el erupto con el dorso de su mano derecha, la tortilla había resultado deliciosa. Para manifestar su satisfacción, cacareó repetidas veces, batió los codos con fruición y se acuclilló en un rincón con la intención de poner un huevo.
Bacterio contemplaba la escena, en la habitación contigua, a través del ojo de la cerradura. Su experimento para conseguir que las gallinas pusieran huevos como si fuesen ametralladoras, que a primera vista parecía un éxito, adolecía de un fallo y lo acaecido con Ofelia venía a confirmárselo: el sólo contacto con los huevos producía en el interfecto características gallináceas. Mañana corregiría la fórmula, cerró con llave el laboratorio en que se encontraban las gallinas víctimas de su experimento y partió hacia su casa mesando las barbas que no ha mucho tuvo que desinfectar con siete toneladas de lejía a causa de aquello del gorrino. A sus oídos llegó un cacareo de la vacaburra de Ofelia más estridente de lo habitual. ¿Conseguiría poner el huevo? Es dulce el sbor de la venganza.
Esa noche, el Anguilo, agente de la ABUELA, asociación maléfica y encarnecida rival de la TIA, se introdujo subrepticiamente en las oficinas de ésta última. El microfilm con los planos del proyecto HURRA para la creación del botijo europeo se encontraba allí bajo custodia, y su organización lo necesitaba para sus fines inconfesables.
No tardó en encontrarlo. Estaba encima de la mesa del Super junto a un trozo de cordel que éste había olvidado atarse al dedo con el propósito de acordarse de llevar el microfilm a su casa para que no lo robaran en su ausencia. Presto a escapar con su preciosa mercancía, el Anguilo pensó que la ABUELA también le recompensaría si presentaba un informe de los últimos descubrimientos del insigne Bacterio. Con una ganzúa abrió la puerta del laboratorio y…
Marcelina esperaba pacientemente a que alguien abriera la puerta, y nada más dar un paso el intruso hacia el interior, le bombardeó con una generosa somanta de huevazos en la cocorota. Mientras el sujeto daba tumbos y cacareaba, desafinando terriblemente a juicio de Marcelina, dejó caer lo que parecía un jugoso gusano negro, el platillo favorito de la gallina. Marcelina lo deglutió inmediatamente pero… ¡Puaf!, sabía a rábanos putrefactos estercolados, ¿dónde podría encontrar un alka-seltzer?
Las gallinas levantaron el vuelo y escaparon del laboratorio, por cierto, otra peculiaridad del elixir que le había pasado desapercibida al ilustre biólogo Bacterio, era que las gallinas podían volar como si fuesen águilas.
Recuerdo que este juego fue portada destacada de la revista MSX-Club, que le dedicó un extenso comentario acompañado de una entrevista a Ibáñez. La verdad es que no estaba nada mal a pesar de ser (como siempre) una conversión casi directa desde Spectrum.