Artículo publicado en El PixeBlog de Pedja. Publicado con permiso de su autor.
Con Retrovisión comienzo a redactar textos donde analizaré juegos clásicos. Hablaré de todo tipo de títulos, ya sean populares o desconocidos, como es el caso de Terminus; lo importante es que pases un buen rato y te ayude a recrear aquellos tiempos. Vamos allá.
En el mercado budget de los 8 bits se movía como pez en el agua Mastertronic. La compañía anglosajona, fundada en 1983, se encargó de distribuir una gran cantidad de títulos a precio reducido. La calidad de dichos juegos no era nada fuera de lo común, pero de vez en cuando encontrábamos auténticas joyas, como algún programa de los futuros Codemasters, los hermanos Darling, o como Terminus, escrito por Paul Hargreaves para Spectrum, Amstrad y MSX.
Al parecer, allá por el año 5027 -quién sabe dónde estaremos en esa época- el mundo se halla regido por un déspota sistema autoritario. El Imperio que han montado para hostigar a la humanidad va a ser retado por un grupo de jóvenes que se hacen llamar los Wanglers. No, no es un conjunto musical, sino una resistencia que ha perdido a su líder, el Cerebro, encerrado en un planeta-prisión llamado Terminus, montado con todo tipo de trampas y medidas de seguridad.
Para liberar al Cerebro, los hackers de Wanglers entrarán en acción en una trepidante videoaventura -un día analizaremos qué es una videoaventura y porqué murió el género-. Serán cuatro los protagonistas del juego. Por un lado, Xann y Mobod se mueven de forma similar. Esta parejita posee una cadencia de disparo bastante rápida, así como bastante agilidad para desplazarse por los intrincados caminos de Terminus. Sin embargo, su fragilidad les hace protegerse tras una barrera defensiva que irá disminuyendo a medida que caigan atrapados en los campos de energía dispuestos a lo largo de la cárcel. Mobod se convierte en el líder natural de los cuatro, dado que posee infinito combustible en sus propulsores, mientras que Xann, más hábil en el manejo del láser, debe descansar de vez en cuando para recargarse.
Magno utiliza una forma de propulsión distinta. En este caso sus propiedades magnéticas hacen que se pegue al techo de cada habitación, aunque por tiempo limitado. Si su contador de Poder llega a cero, caerá, pero mientras podrá evitar con maestría las trampas dispuestas en cada una de las celdas. Por último, Spex es ante todo un personaje peculiar y extraño. Mientras que sus otros colegas vuelan mediante propulsores, Spex aprovecha su fisonomía esférica para botar sobre el suelo y poco a poco alcanzar la altura deseada. De este modo, rebotar en las paredes será clave para poder avanzar. Su control es el más complicado, de largo, aunque su resistencia es bastante elevada, y seguramente será el último en caer. No hay más remedio que currarse su manejo para llegar a buen fin.
Terminus se compone de unas 512 pantallas en total; estamos ante un juego que se apuntaba a la moda de antaño de ofrecer un inmenso mapeado. En Terminus existen dispositivos de recarga de energía, absolutamente vitales para curar sobre todo a Xann y Mobod; lo que más abundan son trampas, algunas geniales como la del compresor que se activa al entrar en una celda y nos ahogará sino avanzamos suficientemente rápido a través de las sucesivas pantallas; otros artefactos como los transportadores y las terminales de desbloqueo de puertas hacen de Terminus un juego largo, complejo y muy jugable.
Su apartado gráfico se encuentra a gran nivel, como podréis comprobar en el buen uso de la paleta de colores en cada una de las fotos que adjunto, con pantallas llenas de detalles que a buen seguro os hará sonreir más de una vez dado su carácter caricaturesco. El buen uso de las habilidades de los cuatro Wanglers será clave para encontrar al Cerebro y poder escapar con vida de la prisión tecnológica. Estamos pues, ante un budget clásico al que no se le reconoció lo que se merecía, y que envejece como los buenos vinos: no ha perdido un ápice de su encanto. Aprovechad la gran oportunidad que nos regalan los emuladores.