Texto íntegro de Alfonso Fernández Borro (Borrocop) y publicado en Topo SigloXXI. Reproducido aquí con el permiso expreso de su autor.
Bien, volviendo a los integrantes de la plantilla que llevaron a cabo la misión de llevar a buen puerto el proyecto del juego hay que hablar como digo de personalidades muy diversas, que fuera incluso de Topo Soft no eran ni amigos, ni compartían nada que no fuera relacionado con los videojuegos, siendo esta la única cosa que podía mantener los unidos.
Roberto Uriel era por entonces un muchacho grandote de 18 años, y cuando digo grandote me refiero a que al lado del propio Petrovic no se le veía bajito al tener una altura que superaba el 1,90. Era un volcán de ideas, estaba muy ilusionado con el proyecto pero se le iba un poco la «olla». Sus gráficos muchas veces pasaban de magníficos a grotescos y es por ahí por dónde empezaba el problema con el resto de compañeros, en especial con programadores y peor con Gabriel Nieto.
Algunas cosas como las faltas personales que cometían los jugadores las representaba con unos «topitos» que no se entendían y tuvo que hacer multitud de cambios, con lo que de ser un proyecto que admiraba pasó a dejarlo en segundo plano. Además él ya estaba encuadrado en los equipos de 16 bits y la base de este proyecto era de 8 bits. En 16 tan sólo se iba a realizar en PC, ni Atari ST ni AMIGA.
En cuanto al programador la cosa era peor. Fue muy criticado por su labor en el juego «Score 3020» y el grado de pasotismo era a veces inaguantable. Técnicamente era un portento, sus rutinas eran alabadas por extraños y compañeros sin embargo… puedes tener una técnica perfecta pero si el juego es injugable todo acaba en la puñetera basura, y con una licencia patrocinada por un nombre como Petrovic la verdad es que pasa a ser un verdadero engaño para quién adquirió dicho juego.
Eugenio Barahona era un gran programador que estaba muy quemado, todo a raíz de aquel pinball que hizo con Ricardo Cancho en el que nuestro director les hizo cambiar infinidad de cosas una y otra vez, lo que alteró todo el proyecto y acabó siendo el peor juego de Topo Soft.
Por lo tanto hemos de darle esa licencia de que estaba quemado, hacía poco que habían despedido a Ricardo de la empresa por sus enfrentamientos con Gabriel Nieto, y aquel momento era de repulsa e indignación. Lo malo es que quién pagó todo eso fueron los pobres compradores, niños y padres engañados por la publicidad. Y eso por desgracia no tiene perdón, porque una ilusión rota es contraproducente para compradores y para una empresa que vive de la venta de videojuegos.
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