Un recorrido por la historia de los videojuegos españoles (que no fueron pocos).
Artículo originalmente publicado en MSDOX el 21 de febrero de 2003 y escrito por Fernando Rodríguez
Cosas de aficionados
A principios de los años 80 (incluso diez años antes), los videojuegos no eran algo que se pudiese catalogar como «mercado», por el simple hecho de que los juegos que existían, si es que se podían llamar juegos, se contaban con los dedos de una mano. A decir verdad, las pocas muestras que se podían encontrar de este software se reducía a unos pocos programas, nada accesibles, en los que sus creadores habían ideado un sencillo universo a base de descripciones. Estamos hablando, por supuesto, de las aventuras conversacionales. Obviamente, estos programas estaban muy poco difundidos. La informática, tal y como se entiende hoy en día, no existía. Los ordenadores eran grandes máquinas al alcance de unas pocas personas muy pudientes, por lo que pagar grandes sumas de dinero no iba a estar destinado, precisamente, para jugar. De hecho, que el primer juego conocido fuera una conversacional se debió a que las máquinas que había sólo podían trabajar en modo texto.
Esta situación que se acaba de relatar fue la vivida en el continente europeo. En el mercado norteamericano las cosas tomaron otros derroteros. La máquina IBM PC se impuso como plataforma ideal para desarrolladores entusiastas y la consola de Nintendo, la famosa NES, fue también la gran protagonista del desarrollo del videojuego en ese país (ni que decir tiene que en Japón sería la protagonista indiscutible, pero esto corresponde a otro análisis que se escapa totalmente de nuestros objetivos). En este trabajo nos vamos a centrar en el caso español, aunque sin dejar de lado lo sucedido en Europa.
En el año 1982 las cosas cambiaron radicalmente, pues hizo su aparición uno de los personajes más queridos del panorama informático europeo; estamos hablando, naturalmente, del señor Clive Marles Sinclair. Este hombre puso patas arriba el mercado informático al producir el primer ordenador destinado al consumidor «de a pie». Esto permitió que la informática pudiera desarrollarse en el mercado doméstico. Sin sus genialidades, la informática en el viejo continente probablemente hubiera sido bien distinta.
Nace la informática doméstica. Nace el Spectrum
La familia del Spectrum al completo. 16k, 48k y 128kEl año 1982 fue el verdadero banderazo de salida para la informática doméstica en Europa. Sin embargo ya en el 80, Sinclair había producido el primer ordenador para personas que no podían costearse los grandes «cacharros» que, por entonces, utilizaban unas pocas e importantes empresas. Se trataba del modelo ZX-80. Este ordenador, que funcionaba mediante una conexión al televisor, apareció a la venta con un precio moderadamente asequible para el usuario medio, permitiendo, así, que la informática comenzara a entrar tímidamente en algunos de los hogares europeos (principalmente ingleses). De todas formas, no podemos hablar de este modelo como el responsable de la «fiebre» por la informática que se desataría más tarde, pues fue más bien un «experimento» que algo con perspectivas serias de mercado. De hecho, este primer modelo contaba con importantes limitaciones a la hora de operar con dígitos o almacenar información en memoria. Todo ello impulsó a Sinclair a poner a la venta una segunda versión del original, el ZX-81, que fue muy bien recibido.
Con unos resultados de más de 300.000 unidades vendidas y una más que sobresaliente capacidad de superación, Sinclair sacó, en 1982, el primer y verdadero ordenador doméstico con prestaciones serias: el Sinclair ZX Spectrum. A partir de este momento, se desató la verdadera explosión de la informática en Europa, pues este modelo, que se presentó en versiones de 16 y 48 Ks, ofrecía al usuario la posibilidad de grabar sus propios programas en cintas de cassettes, usar un número interesante de colores (8 simultáneos) para poder crear pantallas «vistosas», escuchar «música» por un altavoz interno y realizar operaciones mucho más complejas que sus predecesores, merced a la posesión de un procesador Zilog Z80 de 8 bits. Con el ZX Spectrum, la sociedad europea comenzaría a evolucionar.
La sociedad europea evoluciona
No fue hasta 1984 cuando en España tuvimos la oportunidad de poder ver en las tiendas el primer ZX Spectrum . Las versiones que le precedieron no llegaron a nuestro país (a no ser, claro está, vía importación y con unos precios astronómicos). El periodo de tiempo que va desde el año en que se pone a la venta el primer ZX Spectrum (1982) y 1984, puede ser considerado como la etapa de nacimiento del software de entretenimiento como tal.
La posibilidad que dio Sinclair a los usuarios permitió que mucha gente, cientos de personas de todo el continente, comenzaran a tener contacto con una tecnología que les abría un mundo de nuevas e increíbles posibilidades en las que desarrollar su creatividad. La cultura de entonces tuvo que empezar a evolucionar hacia otro tipo de mentalidad, en la que las personas debían asimilar la posibilidad de aprender, jugar, trabajar o crear con un aparato que podía conectarse a un televisor.
Y cuando hablamos de cambio en la sociedad, no sólo nos referimos al hecho de que el primer Spectrum posibilitara el acceso a la informática a cientos de usuarios europeos. No, hablamos de más cosas; con el Spectrum nació un mercado en el que otras compañías como Amstrad, por ejemplo, surgieron para hacerse con un trozo de ese prometedor pastel. Una grandísima cantidad de usuarios vivieron la década de los 80 con el famoso e irrepetible Amstrad CPC, Commodore 64 o MSX. Por tanto, hablar del Spectrum no es hablar de una «marca»; es hablar de un universo de máquinas que permitieron, primero, la entrada de la informática en prácticamente todos los hogares europeos (¿quién no tuvo un ordenador de 8 bits en su tierna infancia o algún amigo que sí tuviera la suerte de tenerlo?) y, segundo, la creación de una pequeña -aunque prometedora- industria de consumo que permitiría dar trabajo a montones de personas.
Un repaso a las máquinas más emblemáticas
Como ya se ha comentado, no es hasta la llegada de la década de los 80 cuando los ordenadores comienzan a ser asequibles para el gran público. Antes, las únicas máquinas disponibles eran grandes «armatostes» que sólo se podían encontrar en empresas pudientes. Podemos distinguir dos etapas en lo que fue la aparición de los equipos de 8 bits que, más tarde, dominarían el mercado.
Primeramente, en 1980, hicieron acto de presencia los dos primeros modelos que desarrolló Sinclair, esto es, el ZX-80 y el ZX-81. Un poco más tarde, aparecieron equipos como el mítico Amstrad PCW, el Dragon 32 o el Sharp, junto a consolas que ya son una reliquia y pieza de coleccionista, las consolas ATARI. Todos estos equipos fueron el preludio de lo que vendría más tarde.
Sir Clive Sinclair
A medio camino entre esta primera etapa y la segunda, que comienza en 1982 con la aparición del ZX Spectrum de 16 Ks, se encuentra el Commodore 64. Este ordenador no tuvo mucho éxito dentro de nuestras fronteras pero supo mantener el tipo hasta el final de la era de los 8 bits gracias a la posesión de unas prestaciones ciertamente importantes para la temprana fecha en la que apareció.
Un poco después del Commodore 64, llegó el ZX Spectrum y el nuevo Amstrad CPC, que permitieron la instauración de una nueva industria en Europa. Esto sin hablar del querido MSX, que contó con los seguidores más fieles del panorama informático. Ciertas características, al igual que ocurría con el Commodore 64, le permitieron sobresalir de los Spectrum o Amstrad; sin embargo, cosas del mercado, no logró acercase a la popularidad de esos dos reyes.
Así pues, los auténticos líderes del mercado informático de los años 80 fueron los ordenadores Spectrum, Amstrad, Commodore y MSX, los legendarios ordenadores de 8 Bits. Esas máquinas contienen la historia más bonita del software de entretenimiento europeo y español, por supuesto.
El mundo del videojuego en Europa
Tal y como veremos en el siguiente apartado, algunas de las compañías que nacieron en nuestro país lograron posicionarse entre las casas europeas que más vendían. De todas formas, el país que siempre llevó la voz cantante en Europa, en lo que a videojuegos se refiere, ha sido y es el Reino Unido. En efecto, las casas inglesas fueron las primeras en aportar títulos a los jovencísimos ordenadores de 8 bits que, en 1984, ya estaban muy introducidos en los hogares europeos.
La compañía más legendaria de todas fue Ultimate, que, con una larga trayectoria que se prolonga hasta nuestros días (después de que los integrantes de Ultimate abandonaran la misma fundaron Rare), supo situarse siempre a la cabeza en términos de tecnología y avances en el desarrollo de videojuegos. Técnicas como el Filmation (perspectiva isométrica) se deben por entero a Ultimate, a los Stampper. Algunos de sus juegos más famosos fueron Jet Pac, Psst, Cookie, Atic Atac, Sabre Wulf o Knight Lore. Otra de las míticas compañías de los 80 fue Ocean (también inglesa). Esta empresa (actualmente fusionada con Infogrames), desbordó a la competencia con licencias millonarias provenientes, principalmente, del mundo del cine. Así, todos podemos recordar títulos originarios de películas como Batman, Robocop, Los Intocables o Platoon. Eso sin contar licencias de recreativas o productos internos. Podemos recordar también irrepetibles conversiones como Rainbow Island, Chase H.Q. u Operation Wolf. Se podría decir que estas dos firmas fueron las más poderosas y respetadas del mercado europeo, aunque también existieron otras muy importantes como Melbure House, Imagine, Firebird, Palace, The Edge, Software Project… y así un larguísimo etcétera. Pero eso ya es otra historia.