Fuente: MSX Resource Center.
Texto traducido y adaptado por Konamito al castellano.
Este artículo cuenta la historia de Danderma, una bloguera de Kuwait y autora del libro The Chronicles of Dathra, a Dowdy Girl from Kuwait (del cual se ha publicado recientemente un segundo volumen). En su blog escribe mucho sobre libros, compras, viajes, y cocina local, pero también sobre MSX en entradas tituladas Blast from the Past.
Descubramos cómo la vida de una famlia Kuwaití cambió cuando llegó un ordenador Sakhr y cómo inspiró a Danderma a convertirse en ingeniera informática. Descubriremos que el MSX fue tan popular que sus juegos aparecieron en series de televisión. De hecho, ¡es difícil encontrar a alguien que no tuviera un MSX en aquella época! En pocas palabras: ¡lectura obligada!
Realización
Cuando se me pidió por primera vez que participara en msx.org escribiendo este artículo, pregunté sobre la fecha límite. Me comentaron que podía tomarme el tiempo necesario lo que fue una ventaja para mí. Estaba en medio de una partida de King’s Valley 2 en mi emulador MSX (blueMSX si os lo preguntáis). Quería escribir este artículo justo cuando terminara el juego, y el final llegó hace justo una hora.
Me llevó veinticuatro años acabar el juego. Veinticuatro largos años. Por supuesto no lo jugaba diariamente pero desde que descubrí el emulador hace pocos años he estado intentado acabarme juegos que me encantaban. Creedme, no hay mayor éxito que acabar algo que comenzaste hace dos décadas y media.
Cómo comenzó todo
Todo comenzó una tarde bochornosa de verano mientras jugaba con mi hermano y mi hermana en el dormitorio que ambos compartían. Estábamos tirados sobre la alfombra de color marrón chocolate, con figuras de acción de Thundercats desparramadas por ahí, ocupados el salvar a las Barbies que estaban de visita en aquel reino extraño, cuando mi padre entró en la habitación con una caja en sus manos. Baba dijo que era un «Ordenador». Las palabras «Sakhar- MSX» estaban escritas sobre una suave superficie de color gris. Era el año 1987.
Al principio los juegos que nos traía mi padre eran educativos. El juego del alfabeto árabe Alef Ba’a Ta’a (ABC), algún juego para aprender matemáticas y el tercero (y finalmente el último) sobre formas y colores. Eran muy divertidos. Dudo que nadie más aparte del mundo árabe los tuviera ya que estaban escritos en árabe con un diseño de tipo islámico en la pegatina de color pistacho del cartucho. Jugamos con estos juegos, todos educativos, en la manera en la que un ordenador se supone que debe usarse, quizá en una utopía. Entonces, mi padre nos dio el cuarto cartucho: ¡The Castle!
Recordáis The Castle muy bien, ¿verdad? No voy a asumir lo contrario. The Castle fue, sin duda, el juego más popular en Kuwait. Lo llamábamos «La Princesa y la Llave» y lo jugamos sin parar. Mi padre también estaba enganchado a él, lo que era un poco desalentador al ver a un hombre de 36 años jugando The Castle con un grupo de niños boquiabiertos a cada lado. En las vacaciones de verano, recuerdo claramente levantarme por la tarde para encontrarme a mi padre feliz al comentarme que había llegado a una nueva fase en The Castle la noche anterior y que jugaría desde el principio hasta el punto donde llegó jugando la noche entera. Incluso tenía un gran papel dividido en 100 cuadrados y dibujó a mano cada fase a la que llegó. Aquellos eran los días anteriores al botón de Imprimir Pantalla.
Me encantó mi infancia en los 80. Días de intenso calor encerrados en casa comiendo mangos Alphonso y jugando al MSX. Cada uno tenía diferentes versiones del MSX, llamado Sakhar que en árabe podría traducirse por Roca. Apreciábamos esos juegos, The Castle 1 y 2, Rambo, The Penguin, The Circus (el cual apareció en una serie de televisión local donde dos hermanas solteronas jugaban con él), Knightmare, King’s Valley 1 y 2, ¡King and Ballon! y muchos, muchos más.
Recuerdo que los juegos eran caros en aquel entonces, ¿alrededor de 36$, quizá? Mis padres no creían en echar a perder a los niños dándoles juguetes y juegos sin parar, así que solamente pudimos comprar un juego por cada Eid con el dinero que nos daban como regalo nuestros familiares. Eid es la fiesta o vacaciones oficiales islámicas, tenemos dos al año. Recuerdo aún el último juego que compré, algo llamado Alcatraz, ¿quizá? (nota del traductor: Se refiere al juego Alcazar). Recuerdo que era bastante raro y que no pudimos entenderlo, alguien vagando por diferentes prisiones con gráficos malos. Este juego nunca me gustó, pero fue el último que compré antes de que el juego del videojuego fuera dominado por SEGA y gastáramos mucho de nuestro tiempo jugando con ella.
Labeeba, o los primeros pasos hacia una ingeniera informática
Quería mucho a mi MSX, pasé horas y horas jugando con él. Recuerdo comer sobre él (siempre se nos dejaba y fue una mala idea porque ¡partículas de comida cayeron entre las teclas!). ¿Y qué más da si los juegos estaban en inglés y no entendíamos ni una palabra? Aprendimos, de hecho entendimos lo que significaba la palabra Continue, bueno, continuar. Algunas veces cuando estaba todo en silencio, quitaba los cartuchos y encendía el MSX. Nunca supe para qué era la pantalla azul. Pulsaba las teclas aleatoriamente y luego pulsaba Enter. La culpa la tiene un dibujo animado japonés, que había visto en aquella época, de un niño pulsando varias teclas en un PC y entonces una pequeña critatura de pelo rosa y con manos a modo de trenzas aparecía succionando al niño hacia la pantalla y mostrándole todo lo que había que saber sobre el mundo. Se llamaba Labeeba, que significa La inteligente en árabe. Yo quería saber la combinación para llamar a Labeeba, seguro que no era solamente el producto de la imaginación de algunos artistas, ¿o sí? Salía en la televisión y todo. No importa cuánto tiempo pulsara las teclas, Labeeba nunca apareció. Pero mi apetito insaciable de saber porqué había una pantalla azul con comandos y cómo se suponía que tenía que usarla, nunca me abandonó. Allí estaba y entonces fue cuando decidí que quería saberlo todo sobre esa pequeña caja de maravillas que tanto quería, y además ¿qué es mejor que un grado en ingeniería informática para ayudarme a entenderlo de dentro hacia fuera? Sí, soy ingeniera informática, por cierto. Sí, gracias al MSX. ¿Podría estar más unida a él?
Aún me dan escalofríos cuando veo la pantalla azul con el logo MSX asomando. Aún no puedo contener mi emoción cada vez que cargo un nuevo «cartucho» en el emulador y sé que me lo voy a pasar bien, auténticos viejos tiempos de diversión que por alguna razón ninguna otra consola de videojuegos ha podido recrear. Aún me pongo eufórica cuando acabo un juego MSX después de otro, es como marcar cosas en la lista de cosas que deberías haber acabado hace eones. ¿El mejor sentimiento de todos? Aquel cuando sé que cuando empiece mi juego MSX, voy a jugar durante tanto tiempo como quiera mi corazón sin nadie atreviéndose a pedirme que pare porque los rayos del televisor hacen mucho daño a mis ojos, o que otros niños quieren jugar, o amenazándome con esconder el MSX si no saco buenas notas. Soy yo, el emulador MSX y el tiempo de juego; y todos son míos, sólo míos.
Apéndice – Una serie corta de preguntas y respuestas
P: Sólo por curiosidad: ¿Por qué MSX? ¿Por qué no otro sistema?
R: ¿Por qué mi padre nunca compró nada más? No creo que hubiera mucho más disponible. Recuerdo que mi tía tuvo un Apple donde jugamos un juego horripilante y pixelado de Simbad volando en una alfombra mágica. Creo que el IBM estaba también por ahí, pero no ofrecían gráficos claros y facilidad de uso como el MSX.
P: ¿Puedes decirnos algo sobre la popularidad del MSX en Kuwait?
R: Bueno, cada uno de mis primos (y créeme si te digo que tengo muchos primos) tenía un MSX en casa. También mis compañeros de clase. ¡De hecho no conozco a nadie que no tuviera un MSX! Era el aparato tecnológico de moda en su tiempo.
P: ¿Qué nos cuentas del mapa de The Castle, sobrevivió?
R: Tengo que decir con tristeza que no hay manera de encontrar el mapa de mi padre. Muchas cosas se perdieron cuando nos robaron en casa en 1990 cuando las tropas iraquíes invadieron Kuwait. El mejor amigo de mi padre pudo salvar el MSX, el televisor, el reproductor de vídeo e hizo lo mejor que pudo escondiendo los cartuchos y las cintas de vídeo, pero el resto es historia.
P: Espera un momento, ¿no es Sakhr y no Sakhar?
R: Sakhr es la forma árabe tradicional y la más correcta de pronunciar el nombre. De hecho Sakhr significa roca. Sakhar es cómo pronunciamos la palabra árabe Sahkr en el idioma kuwaití. No dices sakhr a menos que estés hablando árabe oficial y tradicional como por ejemplo en la tele. Así que para nosotros siempre es Sakhar pero de cualquier modo puedes decir Sakhr (o Sakhar pronunciado en el dialecto kuwaití) que es más correcto.
Está muy guapa la historia esta